· La llamada del bosque ·

El viaje comenzaba con el sonido de un viento gélido bailando con las hojas. Había llegado a un nuevo destino del que conocía muy poco, pero no tardaría en enamorarme de su gente, de su cultura, de sus ciudades de vida incesante y, sobre todo, de su belleza.

Bienvenida a Canadá, Anekke.


La ciudad me esperaba sonriente a la vera de la montaña, vestida con un hermoso monte de terciopelo blanco. Perdía mi mirada entre sus calles iluminadas cuando llegó un susurro que decía: 

"Shhh… Escucha lo que el bosque tiene que contarte".


La llegada de la luz dibujó un extenso reflejo sobre el agua, donde las montañas y los árboles se volvían infinitos. Un instante eterno donde todos los azules, verdes, grises y ocres se pintaban para siempre en mis recuerdos. Y, de repente, una gota sobre un lago rompió la calma, extendiendo su efecto sobre la frondosa arboleda, dejándome ver la naturaleza desnuda, plagada de hojas de arce.


Hojas de cientos de colores, naturaleza viva en plena expresión, animales salvajes… todo campaba a sus anchas sin rendirle cuentas a nadie de su libertad.

Descubrí a un alce mirándome desde la otra orilla, como si tratase de leer mi interior, como yo hacía con él. Su belleza me asombró, me sobrecogió. Caminaba majestuoso, exhibiendo su hermosura sin ser consciente de ella. En ese instante me sentí pequeña, como una mota de polvo de estrellas que viaja para sentir, para ser libre. La mirada de aquel animal me hizo sentir su fiereza. Una conexión inexplicable que me recordó la importancia de escuchar a nuestro lado más salvaje, pero también más humano.


Y decidí recordarme cada día seguir a mi corazón. Respetar y exigir respeto. Seguir disfrutando de la belleza de las cosas desnudas, desprovistas de filtros o voluntades, que no necesitan más que su razón de ser para ser maravillosas.

Así, mi espíritu nómada volvió a latir. Porque la voz del bosque había vuelto a mostrarme de qué está hecha la vida. Y porque un pedacito de Canadá iría siempre conmigo.


Y ahora, shhhh…. 

Escucha lo que el bosque tiene que contarte.