Anekke Iceland: Hogar de hielo y fuego

Islandia es un destino inolvidable. Auroras boreales, glaciares, ballenas, volcanes que rugen y leyendas que siguen vivas… 

Y ahora, ¡descúbrela con Anekke!

La colección Anekke Iceland se divide en 3 líneas:

Anekke Iceland: amiga de la naturaleza


Anekke Iceland recoge en su diseño algunos de los elementos más representativos de esta mágica tierra: los cielos teñidos con las auroras boreales, el océano, las ballenas y el hielo.


Tanto en los estampados principales como en el forro encontrarás diferentes motivos y frases inspiradas en el respeto hacia la Tierra y sus elementos.


A través del colorido de los estampados y los detalles en nácar, los pins con formas geométricas, los bordados y el llavero con toque artesanal, Anekke Iceland se presenta como una colección que no sólo te encantará: te conectará con el lado más vivo de Islandia.

Anekke Rune: tradición y leyenda


El respeto hacia la Tierra y sus tradiciones inspiran el diseño de la línea Anekke Rune, que recibe su nombre de las tradicionales runas vikingas.


Con el color marrón como base y un original estampado que se emplea en traseras y el forro, los detalles le dan vida a cada una de las piezas. Bordados y estampados que nos invitan a cuidar del planeta, elementos decorativos en forma de runa, tiradores personalizados o el original llavero de la colección, con las coordenadas de Reikiavik, dan vida a esta preciosa colección.

Anekke Rune: tradición y leyenda


El respeto hacia la Tierra y sus tradiciones inspiran el diseño de la línea Anekke Rune, que recibe su nombre de las tradicionales runas vikingas.


Con el color marrón como base y un original estampado que se emplea en traseras y el forro, los detalles le dan vida a cada una de las piezas. Bordados y estampados que nos invitan a cuidar del planeta, elementos decorativos en forma de runa, tiradores personalizados o el original llavero de la colección, con las coordenadas de Reikiavik, dan vida a esta preciosa colección.

MATERIALES ECO-FRIENDLY: COMPROMISO

Cómodos, bonitos, plagados de detalles… y, además, ¡respetuosos con el medioambiente! 

Así son los bolsos y accesorios de Anekke Iceland: realizados con materiales que respetan a la naturaleza. 

Porque este es el compromiso de Anekke: cuidar de sus productos, cuidar de ti y cuidar del Planeta. 

Nature Ocean: cápsula eco

Ocean es la cápsula eco (Nature Edition) de Anekke Iceland, realizada con un 80% de materiales reciclados. A través de sus formas, esta línea recrea el impresionante paisaje inspirado por los grandes icebergs.


Los bolsos de esta línea crean los volúmenes de estos paisajes gélidos, con detalles de ballenas bordadas, colores que recrean el fondo del mar y detalles metalizados con formas geométricas. 

HEIMA: 

Hogar de hielo y fuego

HEIMA: Hogar de hielo y fuego

Allí, donde el día y la noche se convierten en uno. 

Donde mi mirada y la montaña se fundieron. 

Donde los volcanes se visten con cicatrices de lava, 

las bahías son tierra de ballenas y las nieves eternas. 

Allí, en Islandia, el viaje comenzaba en mí misma. 

Un halo de viento frío tocó mi cara al pisar su tierra por primera vez. Todos los elementos se alineaban con una fuerza arrolladora: fuego y tierra. Lava y aire. Hielo y agua. 

Los glaciares se presentaban ante mí con un efecto hipnótico y sobrecogedor, haciendo que las palabras enmudecieran. Sentía mi corazón latir con fuerza, mientras me rodeaba aquello que debe ser el sonido de la inmensidad. El sol de medianoche y sus aguas turquesas me hicieron olvidar todo lo que no importa. 

Me hicieron darme cuenta del gran regalo que nos hace la madre naturaleza cada día, y que todo lo que necesito vive en mí. Sólo tengo que saber mirarlo. 

Mientras observaba el cielo tintarse con auroras boreales, 

las historias sobre elfos y hadas que habitan en sus tierras verdes se convertían en nuevas páginas de mi diario de viaje. Y tocada por la belleza de lo salvaje y sus leyendas vikingas, comprobé cómo tradición y futuro se dan de la mano: 

porque la tierra importa y el futuro es nuestro. Y así recordaré siempre Islandia: como el frío más cálido del mundo. 

Como un escalofrío que recorre mi cuerpo con una fuerza vibrante. Oscuridad vestida de luces, viejas fábulas que siguen latiendo mientras el agua rompe en la piedra y el fuego ruge bajo los pies. Allí, donde todo se reduce a lo único que importa, donde los glaciares fueron mi hogar y las llamas mi latido, en aquella vieja tierra de leyendas, me abracé a mi alma y volví a conectar. 


Porque así es Islandia: un oasis en mitad del mundo. 


64° 8′ 7″ N, 21° 53′ 43″ O

Allí, donde el día y la noche se convierten en uno. Donde mi mirada y la montaña se fundieron. 

Donde los volcanes se visten con cicatrices de lava, las bahías son tierra de ballenas y las nieves eternas. 

Allí, en Islandia, el viaje comenzaba en mí misma. Un halo de viento frío tocó mi cara al pisar su tierra por primera vez. Todos los elementos se alineaban con una fuerza arrolladora: fuego y tierra. Lava y aire. Hielo y agua. 

Los glaciares se presentaban ante mí con un efecto hipnótico y sobrecogedor, haciendo que las palabras enmudecieran. Sentía mi corazón latir con fuerza, mientras me rodeaba aquello que debe ser 

el sonido de la inmensidad. El sol de medianoche y sus aguas turquesas me hicieron olvidar todo lo que no importa. 

Me hicieron darme cuenta del gran regalo que nos hace la madre naturaleza cada día, 

y que todo lo que necesito vive en mí. Sólo tengo que saber mirarlo. 

Mientras observaba el cielo tintarse con auroras boreales, las historias sobre elfos y hadas que habitan en sus tierras verdes se convertían en nuevas páginas de mi diario de viaje. Y tocada por la belleza de lo salvaje 

y sus leyendas vikingas, comprobé cómo tradición y futuro se dan de la mano: 

porque la tierra importa y el futuro es nuestro. Y así recordaré siempre Islandia: como el frío más cálido del mundo. 

Como un escalofrío que recorre mi cuerpo con una fuerza vibrante. Oscuridad vestida de luces, 

viejas fábulas que siguen latiendo mientras el agua rompe en la piedra y el fuego ruge bajo los pies. 

Allí, donde todo se reduce a lo único que importa, donde los glaciares fueron mi hogar y las llamas 

mi latido, en aquella vieja tierra de leyendas, me abracé a mi alma y volví a conectar. 


Porque así es Islandia: un oasis en mitad del mundo. 


64° 8′ 7″ N, 21° 53′ 43″ O

Allí, donde el día y la noche se convierten en uno. Donde mi mirada y la montaña se fundieron. 

Donde los volcanes se visten con cicatrices de lava, las bahías son tierra de ballenas y las nieves eternas. 

Allí, en Islandia, el viaje comenzaba en mí misma. Un halo de viento frío tocó mi cara al pisar su tierra por primera vez. Todos los elementos se alineaban con una fuerza arrolladora: fuego y tierra. Lava y aire. Hielo y agua. Los glaciares se presentaban ante mí con un efecto hipnótico y sobrecogedor, haciendo que las palabras enmudecieran. Sentía mi corazón latir con fuerza, mientras me rodeaba aquello que debe ser 

el sonido de la inmensidad. El sol de medianoche y sus aguas turquesas me hicieron olvidar todo lo que no importa. Me hicieron darme cuenta del gran regalo que nos hace la madre naturaleza cada día, y que todo lo que necesito vive en mí. Sólo tengo que saber mirarlo. 

Mientras observaba el cielo tintarse con auroras boreales, las historias sobre elfos y hadas que habitan en sus tierras verdes se convertían en nuevas páginas de mi diario de viaje. Y tocada por la belleza de lo salvaje y sus leyendas vikingas, comprobé cómo tradición y futuro se dan de la mano: porque la tierra importa y el futuro es nuestro. Y así recordaré siempre Islandia: como el frío más cálido del mundo. 

Como un escalofrío que recorre mi cuerpo con una fuerza vibrante. Oscuridad vestida de luces, 

viejas fábulas que siguen latiendo mientras el agua rompe en la piedra y el fuego ruge bajo los pies. 

Allí, donde todo se reduce a lo único que importa, donde los glaciares fueron mi hogar y las llamas 

mi latido, en aquella vieja tierra de leyendas, me abracé a mi alma y volví a conectar. 


Porque así es Islandia: un oasis en mitad del mundo. 


64° 8′ 7″ N, 21° 53′ 43″ O